Yo sí iré a la huelga

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Lo tengo claro, el próximo miércoles iré a la huelga, y no lo haré desde luego porque esté descontento con mi situación, de hecho me he enterado de que Prodevelop es una de las empresas con «menor nivel de estrés laboral» de la región y con razón, trabajar allí es una gozada. Voy a la huelga porque la última reforma laboral es una burla, porque llevamos años viendo como el gobierno (me da igual el color) favorece una economía insostenible sin dar apoyo a todo lo que no sea fabricar ladrillos e importar el resto, porque la investigación en España es de vergüenza, porque mis familiares en el paro aumentan y mis primos no tendrán las facilidades que yo, porque con nuestros impuestos se siguen sosteniendo estructuras como la monarquía, el ejército y la iglesia y parece que nadie se plantea el anacronismo y despilfarro que representan, etc. etc.

Cuando empecé a plantearme si ir a la huelga o no pensé en qué me diría mi padre, pero claro el jamás trabajó por cuenta ajena porque era lo que los modernos llaman «emprendedor». En realidad no era más que un trabajador incansable y honrado, de ese grupo llamado «los autónomos» sin derecho a baja entre otras muchas cosas que yo sí hoy puedo disfrutar. Recuerdo cuando se rompió un brazo y al cabo de unos días iba a trabajar al taller quitándose la escayola y dejándola a un lado para volvérsela a poner al acabar la jornada. No lo recuerdo pero imagino que en huelgas generales anteriores él se levantó a las 5 y media y se fue a trabajar al taller como todos los días, no había nadie más en el taller que fuera a hacer el trabajo, no había servicios mínimos en la tornería de Gaspar.

En fin, supongo que me diría que hiciera lo que creyera conveniente, que ya era mayor para decidir qué hacer. Vamos, lo que me vendría a decir es que él y mi madre se habían partido los cuernos para darnos a mi hermana y a mí una educación y el resto es ya cosa nuestra.

Claro que hay cosas que no se arreglan con la huelga, y que los sindicatos pueden mejorar y tantas otras cosas, pero ¿qué vamos a hacer, ir a trabajar mientras unos u otros se ríen de nosotros? Me parece que la única forma efectiva que tenemos los trabajadores de reflejar nuestro descontento es esta, es una forma completamente legítima (y que pagamos de nuestro bolsillo) y yo la voy a usar porque ir a trabajar ese día me parecería una traición a mí mismo y una falta de respeto a todos aquellos que han luchado porque tenga hoy como trabajador algunos derechos y obligaciones.