Miss Rachel y la cabra

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Miss Rachel se despertó con el sonido del despertador y se levantó de la cama. Era una mañana fría de enero en Wisconsin, y tenía que ir a trabajar en el colegio donde era educadora de infantil. Se vistió, desayunó, cogió su bolso y salió de casa. Condujo por la carretera nevada hasta llegar al colegio, donde la esperaban sus alumnos de cuatro años.

– Buenos días, niños y niñas -saludó Miss Rachel al entrar en el aula.

– Buenos días, Miss Rachel -respondieron los pequeños con entusiasmo.

Miss Rachel les ayudó a quitarse los abrigos y las botas y les dijo que se sentaran en la alfombra. Les tenía preparada una actividad sobre los animales de la granja, y les mostró unas imágenes de vacas, cerdos, gallinas y ovejas.

– ¿Qué animal es este? -preguntó Miss Rachel señalando a una vaca.

– ¡Una vaca! -contestaron los niños.

– Muy bien. ¿Y qué sonido hace la vaca?

– ¡Muuu!

– Así es. ¿Y qué nos da la vaca?

– ¡Leche! -dijeron algunos.

– ¡Queso! -añadieron otros.

– Exacto. La vaca nos da leche y queso, y también carne y cuero. ¿Y este animal? -siguió Miss Rachel mostrando un cerdo.

– ¡Un cerdo! -respondieron los niños.

– ¿Y qué sonido hace el cerdo?

– ¡Oink oink!

– Correcto. ¿Y qué nos da el cerdo?

– ¡Jamón! -dijeron algunos.

– ¡Salchichas! -añadieron otros.

– Eso es. El cerdo nos da jamón, salchichas, tocino y otros productos. ¿Y este animal? -continuó Miss Rachel enseñando una gallina.

– ¡Una gallina! -respondieron los niños.

– ¿Y qué sonido hace la gallina?

– ¡Cocorocó!

– Muy bien. ¿Y qué nos da la gallina?

– ¡Huevos! -dijeron algunos.

– ¡Pollo! -añadieron otros.

– Claro. La gallina nos da huevos y pollo, y también plumas. ¿Y este animal? -terminó Miss Rachel mostrando una oveja.

– ¡Una oveja! -respondieron los niños.

– ¿Y qué sonido hace la oveja?

– ¡Beee!

– Así es. ¿Y qué nos da la oveja?

– ¡Lana! -dijeron algunos.

– ¡Queso! -añadieron otros.

– Efectivamente. La oveja nos da lana y queso, y también carne y leche. ¿Os gustan los animales de la granja?

– ¡Sííí! -exclamaron los niños.

– Pues hoy vamos a tener una sorpresa. Vamos a salir al patio y vamos a ver un animal de la granja que ha venido a visitarnos. ¿Queréis saber cuál es?

– ¡Sííí! -repitieron los niños.

– Pues vamos a verlo. Pero antes, tenemos que ponernos los abrigos y las botas, porque hace frío. ¿Me ayudáis a recoger las imágenes?

– ¡Sííí! -dijeron los niños.

Miss Rachel guardó las imágenes en una caja y les ayudó a los niños a ponerse la ropa de abrigo. Luego, cogió la caja y los llevó al patio, donde les esperaba una sorpresa.

– ¡Mira, Miss Rachel! -gritó uno de los niños al salir.

– ¡Una cabra! -exclamó otro.

– ¡Qué bonita! -dijo una niña.

– ¡Qué graciosa! -añadió un niño.

En efecto, en el patio había una cabra blanca y negra, que estaba atada a una valla con una cuerda. La cabra los miraba con curiosidad y masticaba un trozo de hierba.

– ¿De dónde ha salido la cabra, Miss Rachel? -preguntó uno de los niños.

– No lo sé, niños. Quizás se ha escapado de alguna granja cercana. Vamos a acercarnos con cuidado y a ver si tiene algún collar o alguna etiqueta que nos diga quién es su dueño.

Miss Rachel se acercó a la cabra con la caja en la mano y le habló con voz suave.

– Hola, cabrita. ¿Qué haces aquí? ¿Te has perdido? No te preocupes, que te vamos a ayudar.

La cabra levantó la cabeza y le dio un lametazo a la caja, haciendo que se cayeran las imágenes de los animales de la granja.

– ¡Ay, no! -exclamó Miss Rachel. -Esas son mis imágenes. No te las comas, por favor.

Los niños se rieron al ver la escena y se acercaron a la cabra para acariciarla y darle de comer.

– ¡Qué simpática es la cabra, Miss Rachel! -dijo uno de los niños.

– Sí, es muy simpática, pero no podemos quedarnos con ella. Tenemos que encontrar a su dueño y devolvérsela. A ver si tiene algún chip o alguna marca que nos diga de dónde viene.

Miss Rachel buscó en el cuello y las orejas de la cabra, pero no encontró nada. Entonces, se le ocurrió una idea.

– Ya sé. Voy a llamar a mi amiga Laura, que es pastora y tiene muchas cabras. Ella sabrá qué hacer.

Miss Rachel sacó su teléfono móvil y marcó el número de su amiga.

– Hola, Laura. Soy Rachel, la educadora de infantil. ¿Cómo estás?

– Hola, Rachel. Estoy bien, gracias. ¿Y tú?

– Bien, pero tengo un problema. Resulta que me he encontrado una cabra en el patio del colegio y no sé de quién es. ¿Puedes venir a verla y a ver si tiene algún chip o alguna marca que nos diga a qué granja pertenece?

– ¿Una cabra en el colegio? ¡Qué raro! Claro, voy para allá enseguida. ¿Dónde está el colegio?

– Está en la calle Maple, número 15. Es el colegio Rainbow.

– Vale, ya sé cuál es. Llego en diez minutos.

– Gracias, Laura. Te espero.

Miss Rachel colgó el teléfono y se dirigió a los niños.

– Niños, he llamado a mi amiga Laura, que es pastora y tiene muchas cabras. Ella va a venir a ver a nuestra cabra y a ver si puede localizar a su dueño. Mientras tanto, podemos jugar con la cabra y darle de comer. ¿Os parece?

– ¡Sííí! -respondieron los niños.

Miss Rachel les dio unas zanahorias y unas manzanas que tenía en la caja y les dijo que se las dieran a la cabra. La cabra se comió las frutas con gusto y se dejó mimar por los niños. Miss Rachel también le dio unas caricias y le dijo que no se preocupara, que pronto encontrarían a su dueño.

Pasados diez minutos, llegó Laura al colegio. Era una mujer joven y rubia, que llevaba un sombrero, una chaqueta y unas botas de pastora. Traía consigo un lector de chips y una bolsa con más comida para la cabra.

– Hola, Rachel. ¿Dónde está la cabra? -preguntó Laura al ver a su amiga.

– Hola, Laura. Gracias por venir. La cabra está aquí, en el patio. Ven, te la presento.

Miss Rachel llevó a Laura al patio, donde los niños jugaban con la cabra.

– Hola, niños. Yo soy Laura, la amiga de Miss Rachel. Soy pastora y tengo muchas cabras como esta. ¿Qué tal estáis?

– Hola, Laura. Estamos bien. Esta es nuestra cabra. Se llama Lola -dijo uno de los niños.

– ¿Lola? Qué nombre más bonito. Hola, Lola. ¿Qué haces aquí? ¿Te has perdido? -dijo Laura acercándose a la cabra.

La cabra le dio un cabezazo cariñoso y le lamió la mano.

– Qué cabra más maja. A ver si tiene algún chip que nos diga de dónde viene -dijo Laura pasando el lector por el cuello de la cabra.

Laura pasó el lector por el cuello de la cabra y vio el número del chip en la pantalla.

– A ver, este número corresponde a la base de datos de animales de compañía de REIAC¹. Voy a entrar en su página web y a ver si puedo encontrar al dueño de la cabra.

Laura sacó su teléfono móvil y entró en la página web de REIAC. Introdujo el número del chip y pulsó buscar. Enseguida apareció la ficha de la cabra.

– Mira, Rachel. Aquí está la cabra. Se llama Lola, como habéis dicho. Tiene cuatro años y es de raza alpina. Su dueño se llama Pedro García y vive en una granja a unos diez kilómetros de aquí. Tiene un teléfono de contacto. Voy a llamarle y a ver si sabe que su cabra se ha escapado.

Laura marcó el número de teléfono y esperó a que contestaran.

– Hola, ¿Pedro García?

– Sí, soy yo. ¿Quién habla?

– Hola, Pedro. Soy Laura, una pastora que tiene muchas cabras. Te llamo porque he encontrado a una de tus cabras en el patio de un colegio. Se llama Lola y tiene un chip con tu número.

– ¿Qué? ¿Cómo? ¿Una de mis cabras en un colegio? ¿Cómo ha llegado hasta allí?

– No lo sé, Pedro. Quizás se ha colado en algún camión o ha saltado alguna valla. La cuestión es que está aquí, sana y salva, con unos niños que la están cuidando. ¿Puedes venir a recogerla?

– Claro, claro. Voy enseguida. ¿Dónde está el colegio?

– Es el colegio Rainbow, en la calle Maple, número 15. Estoy con la educadora de infantil, Rachel, que es la que me ha avisado de que había una cabra en el patio.

– Vale, vale. Muchas gracias, Laura. Y gracias, Rachel. No sé cómo agradeceros lo que habéis hecho. En media hora estoy allí.

– De nada, Pedro. Nos alegramos de que Lola esté bien. Te esperamos.

Laura colgó el teléfono y se dirigió a Rachel y a los niños.

– Niños, tengo una buena noticia. He encontrado al dueño de Lola. Se llama Pedro y es un granjero que vive cerca de aquí. Viene a buscarla en media hora. ¿Qué os parece?

– ¡Bien! -dijeron los niños.

– ¿Podemos seguir jugando con Lola hasta que venga Pedro? -preguntó uno de los niños.

– Claro que sí. Podéis seguir jugando con Lola y darle de comer. Pero recordad que Lola no es nuestra. Es de Pedro y tenemos que devolvérsela. ¿Lo entendéis?

– Sí, Miss Rachel. Lo entendemos -dijeron los niños.

– Muy bien. Pues seguid jugando con Lola y disfrutad de su compañía. Yo voy a hablar con Laura y a preparar todo para cuando venga Pedro.

Miss Rachel se apartó con Laura y le agradeció su ayuda.

– Laura, no sé cómo darte las gracias. Has sido muy amable y muy profesional. Gracias a ti hemos podido localizar al dueño de Lola y resolver este misterio.

– No hay de qué, Rachel. Ha sido un placer. Me encantan los animales y me alegro de que Lola esté bien. Además, ha sido muy divertido ver a los niños jugar con ella. Se nota que les gustan los animales de la granja.

– Sí, les encantan. Hoy teníamos una actividad sobre los animales de la granja y Lola ha sido la mejor sorpresa. Los niños han aprendido mucho y se lo han pasado muy bien.

– Me alegro, Rachel. Eres una buena educadora y se ve que quieres a tus alumnos.

– Gracias, Laura. Eres una buena pastora y se ve que quieres a tus cabras.

Las dos mujeres se sonrieron y se abrazaron. Luego, se acercaron a los niños y a Lola y esperaron a que llegara Pedro.

Media hora después, Pedro llegó al colegio en su camioneta. Era un hombre moreno y robusto, con un sombrero y una barba. Traía consigo una cuerda y una bolsa con más comida para Lola.

– Hola, Laura. Hola, Rachel. Hola, niños. Soy Pedro, el dueño de Lola. ¿Dónde está mi cabra?

– Hola, Pedro. Bienvenido al colegio Rainbow. Tu cabra está aquí, en el patio. Ven, te la enseño.

Laura y Rachel llevaron a Pedro al patio, donde los niños jugaban con Lola.

– Hola, Lola. ¿Qué haces aquí, pequeña? ¿Cómo has llegado hasta aquí? -dijo Pedro acercándose a la cabra.

Lola reconoció a su dueño y le dio un cabezazo cariñoso y un balido.

– ¡Beee!

– ¡Ay, Lola! Te he echado de menos. Me he dado cuenta de que te habías escapado cuando he ido a dar de comer a las otras cabras. No sé cómo has podido salir de la granja. Menos mal que estas buenas personas te han encontrado y te han cuidado. ¿Estás bien? ¿Te han tratado bien?

Lola le lamió la cara y le miró con sus ojos negros.

– ¡Beee!

– Parece que sí. Parece que estás bien y que te han tratado muy bien. Gracias, Laura. Gracias, Rachel. Gracias, niños. Sois unos ángeles. ¿Cómo puedo agradeceros lo que habéis hecho por Lola y por mí?

– No hay de qué, Pedro. Ha sido un placer. Lola es una cabra muy simpática y muy educada. Los niños se han divertido mucho con ella y han aprendido muchas cosas sobre los animales de la granja. Lola ha sido nuestra invitada especial -dijo Rachel.

– Sí, Pedro. Lola es una cabra muy bonita y muy inteligente. Yo tengo muchas cabras, pero ninguna como Lola. Los niños han sido muy buenos con ella y le han dado de comer y de beber. Lola ha estado muy a gusto aquí -dijo Laura.

– Me alegro, me alegro. Lola es una cabra muy especial para mí. La tengo desde que nació y la quiero mucho. Es la líder de mi rebaño y la más lista de todas. No sé cómo se me ha escapado. Debe de haber sentido curiosidad por el mundo y haberse aventurado a explorar. Lola es muy valiente y muy traviesa.

Pedro le dio un abrazo a Lola y le puso la cuerda alrededor del cuello.

– Bueno, Lola. Ya es hora de volver a casa. Te voy a llevar de vuelta a la granja, donde te esperan las otras cabras. Te voy a poner un collar con mi nombre y mi teléfono, por si acaso te vuelves a escapar. Y te voy a dar un premio por ser tan buena y tan guapa.

Pedro sacó de la bolsa un trozo de pan y se lo dio a Lola. Lola se comió el pan con gusto y le dio otro balido.

– ¡Beee!

– Vamos, Lola. Vamos a la camioneta. Adiós, Laura. Adiós, Rachel. Adiós, niños. Muchas gracias por todo. Si algún día queréis venir a visitar a Lola y a las otras cabras, estáis invitados. Mi granja está abierta para vosotros.

Pedro se despidió de todos y se llevó a Lola a la camioneta. Los niños le dijeron adiós a Lola y le hicieron caricias y besos.

– Adiós, Lola. Te queremos. Vuelve pronto -dijeron los niños.

Lola les miró desde la camioneta y les hizo un gesto con la cabeza.

– ¡Beee!

Pedro arrancó la camioneta y se marchó con Lola. Laura y Rachel se quedaron con los niños y les dijeron que entraran al aula.

– Niños, ha sido un día muy especial. Hemos conocido a Lola, la cabra más simpática del mundo. Hemos jugado con ella y le hemos dado de comer. Hemos encontrado a su dueño y le hemos devuelto a su granja. Hemos aprendido muchas cosas sobre los animales de la granja y hemos hecho nuevos amigos. ¿Os ha gustado?

– ¡Sííí! -respondieron los niños.

– Pues ahora vamos a entrar al aula y vamos a dibujar a Lola y a los otros animales de la granja. Luego, vamos a escribir una carta a Pedro y a Lola, para darles las gracias y decirles que les echamos de menos. ¿Os parece?

– ¡Sííí! -dijeron los niños.

– Pues vamos. Pero antes, tenemos que quitarnos los abrigos y las botas.

Miss Rachel y Laura ayudaron a los niños a quitarse los abrigos y las botas y les dijeron que entraran al aula. Les repartieron unas hojas de papel y unos lápices de colores y les pidieron que dibujaran a Lola y a los otros animales de la granja. Los niños se pusieron a dibujar con entusiasmo y creatividad, mostrando sus diferentes estilos y perspectivas. Algunos dibujaron a Lola con un sombrero y unas gafas, otros con un collar y un lazo, otros con una mochila y unos libros. Algunos dibujaron a los otros animales con los que Lola había convivido en la granja, como las vacas, los cerdos, las gallinas y las ovejas. Algunos dibujaron el patio del colegio con la valla, la hierba y el cielo. Algunos dibujaron a Pedro, a Laura y a Miss Rachel con sus ropas y sus sonrisas.

Cuando terminaron de dibujar, Miss Rachel y Laura recogieron los dibujos y los elogiaron por su trabajo.

– Qué dibujos más bonitos, niños. Habéis hecho unos retratos muy originales y divertidos de Lola y de los otros animales. Se nota que os han gustado y que habéis estado atentos. ¿Os ha gustado dibujar?

– ¡Sííí! -respondieron los niños.

– Pues ahora vamos a escribir una carta a Pedro y a Lola, para darles las gracias y decirles que les echamos de menos. ¿Os parece?

– ¡Sííí! -dijeron los niños.

– Pues vamos. Yo voy a escribir la carta en la pizarra y vosotros la vais a copiar en otra hoja de papel. Luego, le vamos a pegar el dibujo que habéis hecho y se la vamos a enviar a Pedro y a Lola. ¿Os parece?

– ¡Sííí! -dijeron los niños.

Miss Rachel cogió una tiza y escribió en la pizarra:

Querido Pedro y querida Lola:

Somos los niños y las niñas del colegio Rainbow. Hoy hemos pasado un día muy especial con Lola, la cabra más simpática del mundo. Hemos jugado con ella y le hemos dado de comer. Hemos aprendido muchas cosas sobre los animales de la granja y hemos hecho nuevos amigos. Lola ha sido nuestra invitada especial.

Nos alegramos de que Lola esté bien y de que haya vuelto a su granja con Pedro. Le damos las gracias a Pedro por dejarnos jugar con Lola y por invitarnos a visitar su granja. Le damos las gracias a Lola por ser tan buena y tan guapa. Os echamos de menos y os queremos mucho.

Os enviamos un dibujo que hemos hecho de Lola y de los otros animales. Esperamos que os guste y que nos recordéis. Esperamos veros pronto.

Un abrazo muy fuerte de:

Los niños y las niñas del colegio Rainbow.

Miss Rachel y Laura.

Los niños copiaron la carta en sus hojas de papel y le pegaron el dibujo que habían hecho. Luego, doblaron las hojas y las metieron en unos sobres. Miss Rachel les ayudó a escribir la dirección de Pedro y a poner un sello. Luego, les dijo que fueran al buzón del colegio y que echaran las cartas.

Los niños fueron al buzón y echaron las cartas con ilusión y emoción. Luego, volvieron al aula y se sentaron en la alfombra. Miss Rachel y Laura se sentaron con ellos y les dijeron que habían hecho un gran trabajo.

– Niños, habéis hecho un gran trabajo. Habéis hecho unos dibujos y unas cartas muy bonitas. Estoy segura de que a Pedro y a Lola les van a encantar. Habéis sido muy buenos y muy generosos. Estoy muy orgullosa de vosotros.

– Yo también estoy muy orgullosa de vosotros. Habéis demostrado que os gustan los animales y que sabéis cuidarlos y respetarlos. Habéis demostrado que sois unos niños y unas niñas muy especiales.

Los niños se sintieron felices y agradecidos por las palabras de Miss Rachel y Laura. Les dieron las gracias y les dijeron que ellas también eran muy especiales.

– Miss Rachel, Laura, vosotras también sois muy especiales. Gracias por enseñarnos tantas cosas y por hacernos pasar un día tan divertido. Os queremos mucho.

Miss Rachel y Laura se emocionaron y les dieron un abrazo a los niños. Luego, les dijeron que era hora de irse a casa y que al día siguiente seguirían aprendiendo y jugando.

– Niños, ya es hora de irse a casa. Hoy ha sido un día muy especial, pero mañana será otro día. Mañana seguiremos aprendiendo y jugando. Mañana tendremos otra sorpresa. ¿Queréis saber cuál es?

– ¡Sííí! -respondieron los niños.

– Pues mañana os lo diremos. Pero antes, tenemos que recoger el aula y prepararnos para salir. ¿Me ayudáis?

– ¡Sííí! -dijeron los niños.

Miss Rachel y Laura les ayudaron a los niños a recoger el aula y a ponerse los abrigos y las botas. Luego, los llevaron a la puerta, donde les esperaban sus padres y madres. Les dijeron adiós y les desearon buenas noches.

Los niños se despidieron de Miss Rachel y Laura y les contaron a sus padres y madres lo que habían hecho ese día. Les enseñaron sus dibujos y sus cartas y les hablaron de Lola, la cabra más simpática del mundo. Sus padres y madres se quedaron asombrados y orgullosos de sus hijos e hijas. Les felicitaron y les dijeron que habían tenido mucha suerte de conocer a Lola y a Pedro. Les llevaron a sus casas y les dieron de cenar y de dormir.

Los niños se acostaron en sus camas y se quedaron dormidos. Soñaron con Lola y con los otros animales de la granja. Soñaron con Pedro y con Laura. Soñaron con Miss Rachel y con el colegio Rainbow. Soñaron con un mundo lleno de sorpresas y de amigos.

FIN


Fuente: Bing Chat

Dime un cuento de 800 palabras sobre un dia en que Miss Rachel, una educadora de infantil que vive en Wisconsin se encuentra una cabra en el cole y tiene que llamar a una amiga pastora para que le mire el chip y localice al dueño