La Estrellita De Mar

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Había una vez una estrellita del mar muy bella, por dentro y por fuera. Todos los habitantes del océano eran testigos de esa belleza y se lo hacían saber cada día al cruzarse con ella. Era muy admirada y querida bajo el fondo del mar. Sin embargo, la estrellita siempre estaba triste.

Cuando salía a la superficie del mar, la estrellita contemplaba el cielo y envidiaba el brillo y la luminosidad de aquellas otras estrellas. Compartían el nombre, pero esta estrellita se sentía más fea e inferior que ellas. Cada vez que se asomaba a la superficie del mar, deseaba con toda la fuerza de su corazón convertirse en una de aquellas estrellas brillantes y luminosas del firmamento. Y llegó a ser tan fuerte ese deseo que ya no podía ser feliz.

Un pez amigo suyo, que observaba su desdicha, le dijo:

– Estrellita, no tienes nada que envidiar a tus hermanas del cielo, tu belleza es tan o más brillante que la de ellas. Tú eres valiosa por fuera y por dentro.

La estrellita estaba agradecida por las palabras de su amigo, pero no se convenció y seguía sintiéndose triste y soñando con ser de otra manera. Suspiraba noche tras noche y se recreaba en su tristeza contemplando el cielo, cada vez un poquito más triste.

Sin embargo, un día la estrellita soñó que era una estrella del Universo, esa con la que tantas veces había fantaseado. Sin embargo, desde el cielo el mar se veía muy lejos y no podía ver a sus amigos. También estaba lejos del resto de las estrellas del cielo, a pesar de que desde el agua parecían amontonarse y estar todas muy unidas. Y allí, en su sueño, dejó de sentirse dichosa en el cielo.

Al despertar, la estrellita comprendió lo que aquello significaba y se dio cuenta de cuán afortunada era en el mar. Comprendió que en la vida nada es perfecto y que no se puede tener todo, por ello tenemos que aprender a aceptarnos como realmente somos y a querer todo lo que tenemos en nuestra vida. Solo así, se puede conseguir la verdadera felicidad.

Anónimo