El Potro Obscuro
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Una vez había un potro oscuro. Su nombre era Potro-Obscuro. Siempre se llevaba a los niños y las niñas a la gran ciudad del Sueño. Se les llevaba todas las noches. Todos los niños y las niñas querían montar sobre el Potro-Obscuro. Una noche encontró a un niño. El niño dijo:
—Llévame, caballo
pequeño,
a la gran ciudad
del Sueño.
-—¡Monta! -dijo el Potro-Obscuro.
Montó el niño, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino a una niña. La niña dijo:
—Llévame, caballo
pequeño,
a la gran ciudad
del Sueño.
-—¡Monta a mi lado! —dijo el niño.
Montó la niña, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino un perro blanco. El perro blanco dijo:
¡Guado, guado, guaguado!
¡A la gran ciudad del Sueño
quiero ir montado!
-—¡Monta! —dijeron los niños.
Montó el perro blanco, y fueron galopando, galopando, galopando.
Pronto encontraron en el camino una gatita negra. La gatita dijo:
—¡Miaumido, miaumido,
miaumido!
¡A la gran ciudad del Sueño
quiero ir que ya ha oscurecido.
-— ¡Monta! —dijeron los niños y el perro blanco.
Montó la gatita negra, y fueron galopando, galopando, galopando. Pronto encontraron en el camino una ardilla gris. La ardilla gris
dijo:
—¡Llévenme ustedes,
por favor,
a la gran ciudad del Sueño,
donde no hay pena
ni dolor!
-—¡Monta! —dijeron los niños, el perro blanco y la gatita negra.
Montó la ardilla gris, y fueron galopando, galopando, galopando.
Galopando y galopando, hicieron leguas y leguas de camino.
Todos eran muy felices. Todos cantaban, y cantaban, y cantaban.
El niño dijo:
-—¡Deprisa, deprisa!, Potro-Obscuro. ¡Ve más deprisa! Pero el Potro-Obscuro no podía ir deprisa. El Potro-Oscuro iba despacio, despacio. despacio.
Había llegado a la gran ciudad del Sueño.
Los niños, el perro blanco, la gatita negra y la ardilla gris estaban dormidos.
Todos estaban dormidos al llegar el Potro-Obscuro a la Gran Ciudad del Sueño.
Miguel Hernández